Del pez a Cristo
No hay objetos que puedan ser reconocidos como cristianos durante los siglos I y II d.C. tal vez porque las primeras generaciones de creyentes no vieron la necesidad de expresar visualmente su religión ya que esperaban un fin inmediato del mundo con la segunda venida de Cristo.
Solo cuando, a principios del siglo III, asumieron que este evento se había retrasado hasta una fecha incierta, comenzaron a desarrollar un lenguaje particular de símbolos y representaciones para decorar tumbas, objetos y lugares de reunión.
Muchas representaciones cristianas y lugares de reunión del siglo III también podrían haber desaparecido debido a las persecuciones o como consecuencia de la renovación urbana (cuando las iglesias más antiguas y menos opulentas fueron derribadas para dar paso a nuevas construcciones en el siglo IV). Uno de los primeros edificios cristianos conservados, el de Dura Europos, una guarnición romana en Siria, sobrevivió porque fue enterrado deliberadamente para reforzar las defensas urbanas.
La iglesia primitiva pudo repudiar también la creación de arte figurativo por razones teológicas basadas uno de los libros del Antiguo Testamento:
“No te harás imagen y semejanza de lo que hay arriba en el cielo ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las adorarás” (Éxodo 20, 4-5).
Los primeros símbolos cristianos documentados en pintura, como palomas, peces, barcos y anclas en pinturas murales, epitafios funerarios, sarcófagos, lámparas, vajilla y gemas de anillos.
El pez es un símbolo muy potente que aparece en fuentes escritas cristianas ya en el siglo II. Por sí solo podría simbolizar a Cristo, especialmente cuando se le une un acróstico basado en las letras de la palabra griega ikhthūs (pez), que completan el título Iēsoûs Khrīstós, Theoû Huiós, Sōtḗr (Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador).
El Nuevo Testamento está lleno de referencias a este tema: los seguidores de Jesús son representados como pescadores designados por él para “pescar personas” (Mateo 4,18-22) y los milagros de Jesús incluyen la multiplicación de cinco panes y dos peces para alimentar a una multitud (Mateo 14,13-21; Marcos 6, 34-44; Lucas 9, 11-17) y capturas milagrosas de peces (Lucas 5, 1-11; Juan 21,1-19).
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