Sede C3A

Centro de Creación Contemporánea de Andalucía

Las secciones del C3A se centran en presentar algunas de las piezas arqueológicas más antiguas que muestran la aparición de la nueva simbología vinculada al Antiguo y Nuevo Testamento. En esta sede se explica cómo se forjó la iconografía cristiana -de los primeros símbolos a las representaciones de la vida de Cristo-, el importante papel que esta religión tuvo en los cambios que experimentó el Mediterráneo en el paso que llevó del final del imperio romano, -con la importante figura de Constantino y su significación en el desarrollo de la nueva religión-, a su consolidación durante los reinos bárbaros y el posterior intento de restauración de los territorios del imperio romano por parte del emperador Justiniano, así como la repercusión que todos estos acontecimientos tuvieron en Hispania.

Localización y horarios

C/ Carmen Olmedo Checa s/n, 14009 Córdoba.


Horario de apertura previsto: de martes a domingo de 10:00 a 20:00 horas.
Días de apertura excepcional: los lunes 26/12/2022, 02/01/2023 y 27/02/2023.
Días de cierre excepcional: los domingos 25/12/2022 y 01/01/2023.

  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A
  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

  • Sala C3A

C3A Sección I

Del pez a Cristo

No hay objetos que puedan ser reconocidos como cristianos durante los siglos I y II d.C. tal vez porque las primeras generaciones de creyentes no vieron la necesidad de expresar visualmente su religión ya que esperaban un fin inmediato del mundo con la segunda venida de Cristo.

Solo cuando, a principios del siglo III, asumieron que este evento se había retrasado hasta una fecha incierta, comenzaron a desarrollar un lenguaje particular de símbolos y representaciones para decorar tumbas, objetos y lugares de reunión.

Muchas representaciones cristianas y lugares de reunión del siglo III también podrían haber desaparecido debido a las persecuciones o como consecuencia de la renovación urbana (cuando las iglesias más antiguas y menos opulentas fueron derribadas para dar paso a nuevas construcciones en el siglo IV). Uno de los primeros edificios cristianos conservados, el de Dura Europos, una guarnición romana en Siria, sobrevivió porque fue enterrado deliberadamente para reforzar las defensas urbanas.

La iglesia primitiva pudo repudiar también la creación de arte figurativo por razones teológicas basadas uno de los libros del Antiguo Testamento:

“No te harás imagen y semejanza de lo que hay arriba en el cielo ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las adorarás” (Éxodo 20, 4-5).

Los primeros símbolos cristianos documentados en pintura, como palomas, peces, barcos y anclas en pinturas murales, epitafios funerarios, sarcófagos, lámparas, vajilla y gemas de anillos.

El pez es un símbolo muy potente que aparece en fuentes escritas cristianas ya en el siglo II. Por sí solo podría simbolizar a Cristo, especialmente cuando se le une un acróstico basado en las letras de la palabra griega ikhthūs (pez), que completan el título Iēsoûs Khrīstós, Theoû Huiós, Sōtḗr (Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador).

El Nuevo Testamento está lleno de referencias a este tema: los seguidores de Jesús son representados como pescadores designados por él para “pescar personas” (Mateo 4,18-22) y los milagros de Jesús incluyen la multiplicación de cinco panes y dos peces para alimentar a una multitud (Mateo 14,13-21; Marcos 6, 34-44; Lucas 9, 11-17) y capturas milagrosas de peces (Lucas 5, 1-11; Juan 21,1-19).

Selección de obras

C3A Sección II

Una señal en el cielo

Uno de los símbolos más difundidos en la iconografía cristiana primitiva, el cristograma o Chi-Rho, parece haber sido inventado por el emperador Constantino y utilizado por él como un signo de su poder militar.

Según el historiador Lactancio, antes de la batalla del Puente Milvio, el emperador soñó que le habían ordenado dibujar un “símbolo divino divino” (coeleste signum dei) en los escudos de su ejército.

Eusebio, obispo de Cesarea, dio dos relatos diferentes de los hechos.

En su Historia de la Iglesia, escrita poco después de la batalla, Eusebio atribuye la victoria de Constantino a la protección divina pero no menciona ningún sueño.

En su Vida de Constantino, escrita después de la muerte de Constantino (V.C. I, 28.2), Constantino y todo su ejército vieron mucho antes de la batalla una cruz de luz impuesta sobre el sol, y el mensaje en griego ἐν τούτῳ νίκα (con este signo vencerás). Esa noche, Cristo se le apareció al emperador romano en un sueño y le dijo que hiciera una réplica de la señal que había visto en el cielo, que lo defendería en la batalla.

La adopción del cristograma por parte de Constantino resultó ser un brillante golpe de propaganda religiosa.

El Chi-Rho consta de dos grandes letras superpuestas, la “X” y la “P”, que corresponden, respectivamente, a la letra griega “χ” (“chi”, que se lee “kh”, aspirada) y “ρ”(“rho”, que se lee “r”). Estas dos letras son las iniciales de la palabra “Χριστός” (Khristòs), el apelativo de Jesús, que en griego significa “ungido” y traduce el hebreo “mesías”.

A los lados de estas dos letras suelen haber otras dos: una “α” y una “ω”, alfa y omega, primera y última letra del alfabeto griego, utilizadas como símbolo del principio y el final, en referencia a versículos del Libro del Apocalipsis.

El Chi-Rho constituirá uno de los motivos más usados por la iconografía cristiana durante la Antigüedad tardía y, al menos durante el siglo IV, se asocia también a la figura del emperador y a sus descendientes.

Selección de obras

C3A Sección III

Bárbaros en el Mediterraneo

El período de finales del siglo IV al VI en Europa vio un gran cambio sociopolítico, con la ruptura del estado unificado gobernado desde Roma. Grupos de fuera de las fronteras ingresaron en los territorios occidentales a través de tratados, alianzas militares e invasiones. Conocidos colectivamente como “bárbaros” (un término que se refiere a su origen fuera del medio grecorromano), diferentes grupos son llamados en textos escritos contemporáneos por nombres tales como hunos, vándalos, godos, sajones, alamanes, francos y longobardos.

Todavía se debate si estos nombres se refieren a distintos grupos étnicos con idiomas y cultura compartidos, o más bien a confederaciones o identidades militares o políticas. En el año 476 el godo Flavio Odoacre depuso al usurpador Rómulo Augusto, y se proclamó a sí mismo rex Italiae, bajo la autoridad del emperador de Oriente Zenón, reconocido como único gobernante del Imperio. En 493 el rey godo Flavio Teodorico “el Amalo” toma el poder y crea el reino ostrogodo en Italia, Provenza e Illiria (actuales Croacia y Eslovenia). Para esa fecha Europa se había dividido en reinos separados bajo la autoridad de reyes “bárbaros”, que continuaron compitiendo por el poder y el territorio entre sí y con el Imperio Romano de Oriente. El gobierno de Constantinopla promovió la idea de continuidad imperial en Occidente, sosteniendo que, tras el destronamiento de Rómulo Augústulo, el emperador de Oriente se había convertido en el único soberano de ambas partes del Imperio. Incluso los reyes bárbaros admitían esta idea y se reconocían como delegados del emperador oriental en virtud de los títulos romanos que ostentaban.

Selección de obras